lunes, 28 de septiembre de 2009

PASION

Mis labios te recorren lentamente
mientras te excitas inmensamente,
una intensa pasión tu placer aumenta
y mi boca dulcemente te atormenta.
Siento el fuego palpitante,
de tu cuerpo vibrante.

Mis labios desciendan suavemente
donde más desea tu mente.
Tu movimiento excitante,
invita a mi boca provocante,
reposar en tu perfumada flor
para despertar todo tu ardor.
Tus pétalos se abren para embriagarme de placer
y mis sentidos no dejan de arder.

Mis labios comienzan una rítmica succión,
acelerando tu emoción,
te estremeces con ansiedad,
y deseo sentir tu humedad.

Mientras tu cuerpo toco,
el deleite te provoco,
esperando ansioso la transformación,
de tu rostro marcado por la pasión.
Cierta parte en mi se está hinchando,
y mis caderas desean andando,
hacerte sentir muy bien,
en un rítmico vaivén.

Entonces me invitas con pasión
a sentir mareas de emoción.
Tu cuerpo me acelera la emoción
y siento un torrente de pasión.

Sientes el momento culminante
y te apresuras a sentir ese instante,
en un vaivén desenfrenado,
con tu cuerpo caliente y mojado.
Tus flujos se deslizan
y tus gemidos se agudizan.

Un estremecimiento me hace flotar,
y nuevamente me invitas a navegar,
en un mar de placer,
donde mil cosas hacer.

Javi.


jueves, 24 de septiembre de 2009

EXPERIENCIA DE JOVEN

No he podido por menos que recordar
una de las más traumáticas experiencias
que he sufrido en mi vida.
Han pasado más de quince años,
y todavía hay noches en las que me despierto sudorosa, temblando ... y empapada.



Acababa de cumplir dieciséis años, estaba internada en un colegio de monjas y estábamos en plena Semana Santa. El internado se había quedado vacío, pero yo estaba castigada por mala conducta y no podía salir hasta el Jueves Santo.


Estaba tumbada en mi cama, cuando se abrió la puerta y apareció Sor Casilda, una hermana de unos cuarenta años que siempre me había mostrado especial ojeriza. Me arrancó las sabanas de un tirón preguntándome a gritos que donde había escondido el anillo. Yo no sabía qué pasaba, el colegio estaba vacío y solo quedábamos ella y yo, intenté taparme, pues estaba casi desnuda, pero ella me lo impidió.

- ¡No te hagas la tonta!, ¡Ha desaparecido el anillo de la santa Patrona y aquí solo estamos tu y yo o sea que ya me lo estas devolviendo o llamo a la policía!.

Empecé a llorar asegurando que yo no había sido, pero ella se abalanzó sobre mi, y empezó a regístrame por las axilas, sus manos estaban ardiendo ya antes de que pudiera hacer nada, me quitó el camisón, sus dedos se posaron sobre mis pechos y apretaron con fuerza mis pezones, no sabía que me estaba pasando, pero el miedo se mezclaba con una extraña y desconocida sensación.

-¡Seguro que lo llevas escondido entre las piernas!,- y sin darme tiempo a escapar, empezó a acariciar mi bajo vientre con suavidad, una oleada de fuego me envolvió por completo, sin darme cuenta, abrí las piernas, mientras sentía un liquido caliente brotar entre ellas. Sus dedos empezaron a introducirse en mi conchita, y un escalofrío de placer recorrió todo mi cuerpo, sentí mis pechos inflarse como globos cautivos, los pezones se endurecieron y toda mi piel enrojeció y me abandoné por completo a sus estragos.

Empezó a lamerme los pechos, mientras su mano seguía masajeándome la conchita, yo gemía de placer sintiendo sus dientes morderme delicadamente los fresones.

En un momento, se desprendió de la toga, y sus senos turgentes se posaron sobre mi boca, abrí los labios, y sin saber bien lo que hacía, empecé a succionarle los pezones como si fuera a ordeñarla, ella lanzó un gemido y me llevó la mano hacia su sexo, estaba abierto y empapado como una fruta madura, empezó a moverla de dentro a fuera mientras gemía como una posesa.

En un momento, su cabeza se introdujo entre mis muslos, y su lengua serpenteó por mi vagina, yo chillaba de gusto sintiendo el calor de sus labios abrasarme el vientre. De repente, se volteó y sin dejar de lamerme el tesoro, se montó sobre mi rostro, sentí sus líquidos manar sobre mi boca, y mi lengua se introdujo entre sus pliegues ardientes, nunca había probado nada parecido, su interior era cálido y salado, sus jugos me llenaban la boca y sus labios se abrían y se cerraban al compas de mis lametones.

De repente, una ola de gusto como nunca había imaginado, me brotó del vientre y se extendió por todo mi cuerpo como una bola de fuego, grité gemí y mordí su sexo con tanta furia, que sentí como la sangre me inundaba la cara. Salió aullando de la habitación, desnuda y cojeando. Me levanté aterrorizada, y atranqué la puerta por miedo a que volviera a pegarme, me lavé la sangre en pequeño lavabo, y no pude dormir en toda la noche presa de la excitación y del miedo.


A la mañana siguiente, llamaron a la puerta con delicadeza, abrí con un miedo terrible de encontrarme con ella, pero era la madre superiora, una mujer ya entrada en años.

-Vamos hija, el coche te está esperando, arréglate pronto que te acompañaré a casa- se me quedó mirando fijamente y preguntó.

-Hija mía, haces una cara que parece que haya visto al demonio.

-Si madre, esta noche he tenido una pesadilla….

La pobre jamás podría imaginar el tipo de pesadilla que sufrí aquella noche.

©Paola

domingo, 20 de septiembre de 2009

VIAJE EN TREN

Se acercaba el puente de Mayo y buscábamos un lugar donde poder pasar esos días juntos, fuera del mundanal ruido.
Aunque los dos somos gente de mar, esta vez queríamos algo diferente, tal vez una cabaña en el monte, teníamos a nuestro alcance varias ofertas.

Después de mucho mirar y valorar detenidamente del tiempo que disponíamos, nos decidimos por el Turismo Rural.

Un maravilloso Hotel al pie de un hermoso lago, con cabañas independientes, grandes zonas verdes, donde poder disfrutar de las más variadas ofertas, tenis, montar a caballo (una de mis debilidades), hacer yoga o Thai Chi, un Spa digno de la mismísima Cleopatra, con masajes, sauna, etc., un sin fin de propuestas para el deleite de los sentidos.

A las 9 de la mañana aterrizaba mi avión en el Aeropuerto de Madrid, donde estarías tú esperándome para tomar el tren que nos llevaría hasta ese bello lugar.


Encontrarme con tu carita sonriente, y esos ojitos haciendo chispitas, es algo único, y como siempre nos fundimos en un largo y maravilloso beso, donde sin decir nada, nos hacemos saber lo que nos echamos de menos y deseamos.

El viaje hasta ese bello lugar nos llevaría unas horas largas en el tren, así que decidimos pasarlo lo mejor posible, charlando.


Mientras te escucho y observo tus labios moverse, vienen a mi memoria noches de interminable pasión, y no puedo evitar el excitarme pensándote, teniéndote tan cerca de mí, embriagándome de tu aroma, deleitándome con tus comentarios sobre todo el paisaje que vamos viendo al paso del tren, tu brazo por encima de mis hombros tomándome de la mano, que acaricias suavemente mientras con la otra señalas afuera y vuelves tu cara para mirarme a los ojos y ver que estoy atenta a todo lo que me dices, y no puedo evitar sonreírte pícaramente, y ver cómo te callas y con carita de: “ Yo pienso lo mismo, cariño “ para terminar los dos riéndonos y besándonos acaloradamente sabiendo que antes de llegar al destino daríamos rienda suelta a nuestros deseos.


El tren iba realmente vacío apenas 10 personas en todo el vagón, y esperábamos que se fuesen bajando antes de llegar a nuestro destino.
Desde donde estábamos sentados disponíamos de la intimidad de poder acariciarnos, sin ser vistos.


Empecé a acariciarte por encima de tu pantalón, mientras nos seguíamos besando, podía ver cómo había crecido tu pene por el bulto que marcaba.


Bajaste tus manos por mi cintura hasta llegar a mis muslos, apartándolos para ir acariciando suavemente por su interior, llegando con tu mano a mis braguitas, que ya estaban muy húmedas por la excitación, y empezaste acariciarlo por encima de ellas haciéndome gemir, pusiste tu mano sobre mi boca, podían oírnos, y susurrándome al oído, me dijiste, shisss cielo, despacio solo jugar, ya nos quedaremos solos y podremos terminar.


Un dedo lo deslizaste dentro de mi boca, que chupaba con ansia, imaginándome que era tu pene, mirándote a los ojos excitada dándote a entender mis pensamientos, te mordías el labio, metiste un dedo en mis braguitas y empezaste acariciar mi clítoris, haciendo pequeños círculos, haciendo que se estremeciera todo mi cuerpo, ahora eran dos dedos los que acariciaban todo mi sexo, por entero, haciendo que mi excitación subiera mas y mas, con tu otra mano en mi boca, para acallar mis gemidos.


El aviso de que llegábamos a una próxima parada, hizo que interrumpiéramos por unos momentos, pendientes de los pasajeros que se bajaran en ella, y al reanudar la marcha solo quedaban 4 pasajeros, los cuales quedaban al final del vagón, cosa que nos daría más intimidad, para nuestros juegos.


Ahora me tocaba a mí, estaba muy excitada, por tus juegos y me apetecía poder comerme tu pene por entero, así que te desabroche el pantalón y te pedí que los bajaras junto con tu slip, me mirabas con cara de, nos pillan seguro, solo mirarte, sonriéndote y decirte que no con mi cabecita, te bese ardientemente, como si quisiera ahogarte con mi lengua, haciendo que nuestros deseos aumentaran.



Me agaché delante de tus piernas abiertas y empecé a jugar con mi lengua en tu pene solo la punta, suave haciendo circulitos alrededor de tu glande, veía como cerrabas tus ojos y te abandonabas a mí, metérmela entera en la boca, y chuparla por entero, mientras mis manos acariciaban tus testículos, estabas muy excitado, tus manos acariciaban mi pelo, lo apartabas de mi cara para poder mirarme, mirarnos a los ojos como siempre, decirnos sin hablar, las sensaciones que sentíamos.


De nuevo sonaba el aviso de otra parada del tren, con tranquilidad volví a mi sitio, esperando ver los pasajeros que se bajarían esta vez, y tras esa espera, solo 2 pasajeros quedaban y colocados de espaldas a donde estábamos, con lo cual, te miré y sonreí picaronamente mordiéndome los labios.


Con el tren de nuevo en marcha, volvimos a nuestras caricias, ya más ardientes, más calientes, tus manos devoraban todo mi cuerpo, me desabrochaste los botones de la blusa, para dejar mis pechos a la vista, bajaste mi sujetador, y empezaste a mordisquear mis pezones que estaban duros por la excitación, mientras subías mi minifalda y bajabas mis braguitas, me levantes de mi asiento para sentarme encima de ti que seguías aun con los pantalones bajados, separando mis labios con tus dedos, acariciándolo y jugando con mi clítoris, pusiste la punta de tu pene en mi rosita entró suavemente, jugando a entrar y salir, haciendo que nuestra excitación subiera aun mas, así estuviste un rato, ya no podía mas, la quería sentir por entero dentro de mí, y así te lo dije.




Y agarrándome por la cintura, empezaste a empujar, suave, lento, entrando para volver a salir y volver a entrar repetidas veces, notando cómo la forma de tu glande iba abriéndose camino en mi mojada rosita.

Cuando empujaste hasta el fondo para penetrar totalmente mi resbaladiza rosita, tuve que ahogar mis gemidos de placer para no ser descubiertos, estábamos muy excitados por los juegos y el propio morbo de la situación de poder ser descubiertos, tus embestidas eran cada vez más fuertes, mas rápidas, tu pene lo sentía hinchado, a punto de estallar…” cielo ya no aguanto más “, a lo que te respondí,” ni yo Bebote “, y entre el propio movimiento del tren, nuestras embestidas llegamos juntos a un maravilloso orgasmo, tus brazos alrededor de mi cintura, tus manos en mis pechos que acariciabas con ansias, me apretabas a ti, tu boca en mi cuello, mordiéndome, y buscando mis labios, fundiéndonos en un largo, y apasionado beso.



Una vez más habíamos disfrutado de nuestros cómplices juegos, de nuestra sintonía, en todos los sentidos, y esto solo era el preludio de nuestras hermosas mini vacaciones.

by Dama