lunes, 15 de marzo de 2010

CALOR EN LA PLAYA


En la playa la mañana era inmejorable. La sensación de placer era constante desde que había llegado a pasar una semana de vacaciones. La temperatura del aire en combinación con su suave brisa, producía en mi cuerpo una sensación que podía comparar a la que se siente cuando rozan tu piel con los dedos casi sin tocarte.

Tendida en la arena blanca en aquella cala preciosa medio oculta y solitaria que el gerente del hotel me había recomendado, estaba medio dormida cuando llegaste tú y te pusiste delante de mi cerca de la orilla.

Ya te había visto la noche anterior en la fiesta que dieron en el hotel como bienvenida, rondándome con tu mirada, y embriagándome con tu aroma y casi rozar mis labios al pasar por mi lado para dirigirte al otro lado del jardín.


Parecías dispuesto a provocarme sin rodeos, tocándote al tiempo que me mirabas al ponerte el aceite bronceador.

Pronto tomaste la iniciativa cambiando de posición en tu toalla quedando ahora cabeza hacia el mar y tus piernas hacia mÍ.

Después de los primeros instantes en los que te tocabas por encima del bañador, cogiste una lata de cerveza, la abriste y la derramaste en tu bañador apartándolo con la otra mano para que la cerveza mojase directamente tu sexo, mostrándome claramente toda la operación.


Me incorporo y después de recorrer con la mirada tu perfecto cuerpo, camino hacia la orilla, el agua está deliciosamente templada. Recojo el líquido azul en el hueco de mis manos y me la echo por el pelo, desde donde baja por mi espalda, por mi vientre y por mi sexo. Voy sumergiéndome poco a poco en las cristalinas aguas. Estoy completamente húmeda, completamente mojada.

Te levantas y vienes hacia mi, te metes en el agua, tus brazos se estiran para acercarlos hasta mi cintura y con suave pero enérgico movimiento me atraes hacia tí, un escalofrío excitante recorre todo mi cuerpo cuando te acercas y suavemente rozas mis labios deslizando tu boca por mis mejillas, para susurrarme en la oreja ¡¡¡Te deseo!!!. No dejas de acariciarme todo el cuerpo, cosa que me hace sentir muy excitada.

Me aprietas un pecho bajo el agua y me rozas el pezón delicadamente con la yema de los dedos. Yo acaricio tu pene, rodeándola con la mano, tienes una gran erección, mis pezones también se han endurecido.


Tu mano baja hasta mi dulce sexo. Con el dedo índice inicias una serie de caricias circulares en torno a mi clítoris. Tengo que morderme el labio inferior para reprimir mis gemidos. Otro dedo más atrevido penetre entre mi tesoro, hundiéndose entre mis piernas.

Al juguetón dedo se le une un segundo. Mi respiración se acelera más cuando me alzas y tu miembro duro empieza a penetrarme. Siento como avanza cada centímetro de esa bendita carne en mi, haciéndome ver las estrellas del placer que siento.

Tus arremetidas son largas y lentas, haciéndome sufrir con tal dulce tormento. Mientras juegas conmigo a tu antojo, me susurras al oído obscenidades sobre mi cuerpo, lo caliente que te pongo. Mi primer orgasmo llega bruscamente, una corriente eléctrica que recorre toda mi columna bajando hasta mi sexo. No he podido evitar que mis jadeos escapasen de mi garganta compartiéndolos con toda la playa.

Ahora tomo yo la iniciativa, y empiezo a subir y bajar mis caderas de forma elíptica cada vez más rápido aprovechando el ritmo de las olas. Ahora eres tú quien empieza a gemir, las tornas han cambiado y te hago sufrir porque no podrá durar mucho más, empiezo un movimiento giratorio y vibrante con la pelvis, con un ímpetu impropio de mí, de manera que froto mi clítoris contra la base de tus testículos cada vez que bajo.

Las arremetidas se vuelven violentas. Mis pechos golpean una y otra vez la superficie del agua y tú me los agarras con desesperación desde atrás con tus manos. Entonces tu cuerpo se pone rígido, tu sexo palpita y crece aún más segundos antes de descargar su savia en mí, rugiendo como un león en celo. Eso me hace llegar a mi fantástico segundo orgasmo, incluso más intenso que el primero. Abro la boca poniendo los ojos en blanco, arqueando la espalda, y rompiendo los dos en tremendos gemidos.

Recuperamos el aire de forma lenta y paulatina, parecemos dos peces que hubieran sacado del mar contra su voluntad. Me giro hacia ti, nos sonreímos y besamos tiernamente. Mientras nos dirigimos a las toallas, no paro de pensar en los juegos que nos aguardan y por qué no, la prometedora semana de vacaciones.

by Dama


4 comentarios:

  1. Querida Dama, ahora seré yo la que necesite urgentemente un baño de agua muy fría, uffff

    Néctares

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  2. Delicioso encuentro, cargado de erotismo.

    Felicitaciones Dama.

    Besos y abrazos querido amigo.

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  3. una promesa de vacaciones fantástica
    a mí también me gustan los viajes así

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  4. No sé cómo llegué a tu espacio, pero me ha gustado la estética.


    Saludos...

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